domingo, 25 de enero de 2015

 
El cambio puede causarles ansiedad, hiperactividad, destructividad, trastornos compulsivos y hasta depresión. Cómo ayudarlos a entender la nueva etapa familiar.

    Durante años o meses compartieron una rutina: desayunar en familia, pedir un pedacito de tostada, jugar con el hijo más chico y después salir a caminar con alguno de los integrantes de esa familia de la que también formaban parte. Pero un día. la rutina cambia, y ya no lo saca a pasear la misma persona a las siete de la tarde, ni miran la tele todos juntos tirados en el sillón y aquel que le daba el pedacito de tostada ya no aparece por ningún lado.

Los animales domésticos no saben qué es un divorcio, una separación o el final de una etapa en la vida. Pero ellos, y en especial para los perros, también sufren esos pequeños grandes dramas cotidianos y lo manifiestan de distintas maneras: tristeza, ansiedad, estrés y hasta cambios en su conducta.

“Los perros son animales sociales y por lo tanto los cambios que se producen en una familia pueden afectarlos -explica el doctor Claudio Gerzovich Lis, médico veterinario y especialista en comportamiento canino y felino–. Aunque eso no es una regla ni todos lo van a manifestar igual. Si lo vemos desde el aspecto emocional, la alteración en la conformación del grupo puede causar desde ansiedad hasta depresión, con síntomas como hiperactividad, trastornos compulsivos, destructividad y otros. En el caso de los gatos, las cosas son distintas porque son animales fundamentalmente territoriales y lo que más los afecta son los cambios de casa.”

Entre los síntomas que pueden manifestar las mascotas, el doctor Ricardo Bruno, médico veterinario, especialista en comportamiento animal, hace hincapié en el mayor estado de incertidumbre y zozobra. “Esa ansiedad –explica–, la pueden canalizar a través de conductas anormales tales como: lamerse excesivamente una pata, desarrollar algún tipo de fobia, comer o ladrar en exceso, ensuciar en lugares inadecuados. En los casos más graves, pueden empezar a perseguirse la cola y lastimarse, u otro tipo de conducta repetitiva y compulsiva.”

En muchos casos, somos los propios humanos los que les trasmitimos nuestra angustia y ansiedad. Es el ejemplo que el doctor Bruno recuerda haber tratado en su consultorio: “Una señora tenía una perra que, especialmente los lunes, mordía, rompía los muebles al quedar sola, aullaba y ladraba. ¿Qué pasaba? La señora se había separado hacía seis meses y pasaba los domingos en la cama, llorando y abrazada a su perra. Cuando los lunes se iba a trabajar, la perra se quedaba sola y expresaba su propia ansiedad”.

Lo fundamental es, también, darle señales claras al perro y no pretender que entienda la nueva situación de una día para el otro. “Una vez –cuenta Gerzovich Lis–. una señora me consultó porque luego de la separación, el perro manifestaba agresión cada vez que alguien se iba de la casa. Una conducta nueva. Y ella no sabía cómo manejarla. Luego de evaluar el comportamiento, los hechos mostraron que el perro, además de estar ansioso, no entendía lo que la dueña pretendía de él. Le dije que no tenía que esperar que el perro hiciese lo que ella quería de él. Se lo tenía que pedir. Luego de un largo silencio, la señora dijo: 'Mis hijos se fueron a vivir con el padre porque estaban cansados que no les dijera qué pretendía de ellos y les reclamara que no hiciera lo que yo esperaba…'”

¿Qué pasa cuando es el líder el que se va de casa? “Si el que se va es el líder, es más complejo –dice Bruno– porque el animal puede tornarse agresivo con quienes queden o con las visitas. O en la calle, con otros perros. Pero no es bueno que quien se fue, siga viendo al perro. Lo mejor es que otro de los integrantes del núcleo aumente el nivel de ejercitación del animal, por ejemplo, sacándolo más veces a caminar, alentándolo, entreteniéndolo. También es importante que el que se queda, lo trate como antes de la separación, que no le modifiquen sus hábitos.”

Gerzovich Lis le da especial importancia a lo que significa el “ahora” en un perro. “Hay que entender que el perro vive en un ‘ahora’ constante y hay que actuar en consecuencia. Es decir, que una vez adaptados al nuevo esquema de familia, es mejor mantenerlos sin alteraciones ya que cualquier cambio puede afectarlos. Por eso es conveniente que no siga viendo al que era su líder. Lo que para uno significa ir de visita, para un perro puede significar, una vez que termina la visita, un nuevo abandono. Para que la mascota no se deprima hay que actuar positivamente con hechos que refuercen el nuevo ‘ahora’ del grupo. Por ejemplo, con caminatas y paseos, con compartir buenos momentos”.


Fuente

0 comentarios :

Publicar un comentario